martes, 12 de febrero de 2013


 
Primera Infancia, etapa de la vida que va desde el nacimiento hasta los 6 años de edad
La atención integral en la Primera Infancia es la clave para crear un mundo donde impere la esperanza y el cambio, en lugar de la privación y la desesperación, y para fomentar la existencia de países prósperos y libres
Unicef, Estado Mundial de la Infancia 2001
Los efectos de lo que ocurre durante el período de embarazo y los primeros años de vida de un ser humano suelen ser duraderos y en algunos casos, permanentes. Durante el último trimestre de la gestación y hasta los 3 años de vida se desarrollan muchas de las estructuras del cerebro y se establece todo un sistema de interconexiones esenciales para su correcto funcionamiento y el de todo el sistema nervioso central. Componentes tan fundamentales como la confianza, la curiosidad, la capacidad para relacionarse con los demás y la autonomía, dependen del tipo de atención y cuidado que reciben los niños por parte de ambos padres y de las personas encargadas de cuidarlos. Lo que niños y niñas aprenden durante los primeros años va a determinar en gran medida tanto su desempeño en la escuela primaria como los logros intelectuales, sociales y laborales a lo largo de su vida. El terreno perdido en materia de aprendizaje y desarrollo durante los primeros tres años de vida nunca se recupera. Esto en términos prácticos quiere decir que los niños que no reciben lo que necesitan durante este período, no van a poder desarrollar todo su potencial.
Por ello, la ventana de oportunidades para invertir en el desarrollo de la primera infancia se limita a este corto periodo de la vida, decisivo para obtener importantes retornos sociales y económicos que se traducen en desarrollo humano y social. Las inversiones que promueven el desarrollo integral en la primera infancia se justifican, en primer lugar, desde la óptica de los derechos, ya que el desarrollo truncado de un niño o una niña, cuando pudiera haberse evitado, viola un derecho humano fundamental. También hay un fuerte argumento de equidad y justicia social, ya que los niños y niñas que se enfrentan a ambientes o factores negativos pueden quedar permanentemente rezagados en su desarrollo. También hay razones económicas que justifican la inversión durante la primera infancia, ya que ésta conlleva a un aumento en la educación y la productividad a lo largo de los años y a un mejor nivel de vida cuando el niño o niña llega a la edad adulta.
Estimaciones para América Latina indican que en promedio, un trabajador que ha alcanzado la primaria completa logra un ingreso 50% superior en su primer empleo al que habría obtenido de no haber estudiado. Este porcentaje asciende a 120% si se trata de secundaria completa . También se ha demostrado que los programas preventivos pueden producir ahorros al Estado y a la sociedad, al reducir la necesidad de atención de salud curativa; al mejorar la eficacia de los sistemas educativos; al reducir las tasas de deserción y repitencia escolar; y al reducir la incidencia de otros problemas sociales. No existe un país en el mundo que haya logrado un nivel significativo y sostenible de desarrollo sin garantizar al menos la educación básica universal para su población. La evidencia empírica y los análisis teóricos han demostrado que una población educada no solamente contribuye al desarrollo económico, sino que es un requisito del mismo.
Por lo anterior se puede afirmar que el Desarrollo Infantil Temprano es la vía más poderosa que tiene una sociedad para sentar bases de equidad. Favorecer el inicio parejo de la vida es un deber del Estado y de la sociedad en su conjunto, con lo cual se garantiza a todos los niños y niñas sin ecxepción el mejor comienzo para sus vidas.
Un aspecto fundamental que merece ser resaltado es la importancia que revisten las condiciones sociales y económicas de la mujer para el bienestar de los niños y las niñas, especialmente durante su primera infancia. La supervivencia, el crecimiento y el desarrollo en la primera infancia están íntimamente relacionados con la supervivencia, la salud, la educación, la autonomía y el bienestar de las mujeres, así como con la edad de éstas en su primer parto y su estado nutricional antes del embarazo. En consecuencia, es necesario apoyar la salud, la nutrición, la educación y el bienestar psicosocial de la mujer durante el embarazo y la lactancia para que puedan tomar decisiones sobre su salud y la de sus hijos e hijas, así como impulsar acciones afirmativas que garanticen igualdad de oportunidades para las mujeres y contribuyan a superar la feminización de la pobreza.
En el transcurso de los últimos años, el desarrollo infantil temprano se ha venido posicionando progresivamente en la agenda internacional y nacional, gracias a los avances en el conocimiento científico sobre el papel clave de esta etapa para el desarrollo humano y el desarrollo social y también debido a la creciente voluntad política de los gobernantes y tomadores de decisión.
En Colombia se ha avanzado significativamente en la expedición de leyes, normas y herramientas procedimentales, planes, programas y proyectos institucionales que buscan promover y proteger los derechos de la primera infancia. Entre estos se pueden mencionar la Ley 1098 de 2006 o Ley de Infancia, la Política de Primera Infancia, el CONPES 109 de Primera Infancia, los lineamientos de política del Ministerio de Educación Nacional para la educación inicial y el Plan Nacional de Salud Pública, que establecen la prioridad en la primera infancia.
Paralelo a estos logros en materia normativa, también se han registrado avances en algunos de los indicadores relacionados con la salud, la nutrición y el desarrollo de los niños y niñas menores de 6 años. No obstante, es preciso reconocer la persistencia de indicadores nacionales y subnacionales, que reflejan las grandes inequidades del país y la grave situación de vulneración de los derechos de las niñas y niños, como son entre otros, las tasas de desnutrición en varios departamentos y regiones, la prevalencia de anemia como un problema de salud pública, las todavía bajas coberturas de vacunación, la mortalidad neonatal y las bajas coberturas de atención integral en el componente de educación inicial.
http://www.unicef.com.co/situacion-de-la-infancia/primera-infancia/

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